Nunca
entenderé la facilidad que tiene la gente para olvidarse de mí. Llegan,
desordenan mi vida, y se van. Se van de la noche a la mañana sin decir nada,
sin dar explicaciones. Suelo culparlos a ellos, pero llegué a entender que lo
más probable es que el problema sea yo. Quién iba a enamorarse de mí si soy un
caos, un desorden, amarga como la espuma del café. Dicen que soy fría, pero el
hielo también quema. Me cuesta callarme y no paro de exigir. Y es que quizá no estoy hecha para que la gente me quiera. Vamos,
que tengo a Cupido
sin puntería a mi lado. Cambian tantas cosas cuando hay alguien que te quiere,
pero estoy harta de dar mucho y no recibir nada a cambio. Estoy harta de llorar
pensando que no volverán, de soñar que nunca se habían ido. Las heridas que más
duelen son las que dejan de hacer. Echar un litro de más significa echar a
alguien de menos. Una vez alguien me dijo que el amor en conserva se caduca, y
yo misma comprobé que no hace falta intentar conservar algo para perderlo igual.
Así es mi vida, una desilusión constante. Hasta he llegado a pensar que me odio
a mí misma porque reparto tanto amor que no me queda ni para mí. Así que lo siento por
ti si aspiras olvidar a alguien que quisiste,
ejercer el olvido por voluntad es imposible.
Lo único que sé del amor es que se
escribe con H, y por algo será…
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